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Higiene genital: 10 buenas prácticas para evitar el mal olor

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Muchas personas están preocupadas por el olor de sus genitales, aquí damos algunas claves para evitarlo

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1.    Lavarnos los genitales una vez al día es suficiente para nuestra higiene íntima. Este consejo es especialmente importante en el caso de las mujeres. La vagina cuenta con un sistema de “autolavado” y unas bacterias “buenas” llamadas flora vaginal que podemos destruir fácilmente. Basta con detenerse en los genitales externos (vulva, labios y clítoris). Nada de duchas vaginales para lavados internos, pero de hacerlo, sólo con agua. Los hombres no circuncidados han de levantar el prepucio y limpiar bien debajo.

2.    La elección del producto correcto es fundamental. Están totalmente prohibidos los jabones con perfumes, desodorantes, parabenes u otros químicos. Lo adecuado es usar un jabón con Ph neutro. En el caso de las mujeres, hay jabones íntimos muy buenos en las farmacias, con un Ph ligeramente más ácido (el de la vagina es diferente al de la piel, por eso usamos otro producto).  Seguro que habéis oído que el jabón lagarto también es bueno, porque es cierto que la elaboración es 100% natural. No es recomendable abusar mucho de él. Reservadlo sólo para cuando tengáis algún tipo de hongos u otra infección. Su Ph es demasiado alto.

3.    La dirección siempre ha de ser de delante a atrás, así no se arrastra suciedad del ano. El ano contiene muchos más microbios. No olvides las ingles, la propia zona anal y el perineo.

4.    Si practicas el sexo anal, recuerda lavar lo que se haya introducido en el ano (pene, juguete, etc.) antes de introducirlo en otro sitio (boca, vagina, otro ano...). Si no, será portador de infecciones.

5.    Sécate correctamente los genitales, ano, perineo, etc., después de mojarlos. Especialmente los pliegues (esto incluye el prepucio en los chicos). No hay mejor caldo de cultivo para los hongos que la humedad. Por eso tampoco es bueno dejarse el bañador mojado.

6.    Lleva ropa interior de algodón y evita todo lo posible prendas ajustadas. De este modo facilitarás la transpiración.

7.    La alimentación también influye en el olor corporal. El consumo en exceso de azúcar, levaduras, champiñones, espárragos, conservantes y otros productos pueden desequilibrar nuestra flora bacteriana. Por el contrario, el consumo de yogures ayudará a reequilibrarla.

8.    Si después de todos estos consejos, nuestros genitales siguen presentando mal olor, puede ser que las glándulas apocrinas tengan un funcionamiento incorrecto y te recomendamos un desodorante natural. Añade unas gotitas del aceite del árbol de té al agua con la que te lavas y pronto verás el resultado.

9.    Consejos específicos para ellas. No uses un tampón o una compresa más de 5 horas. Los salva-slip tampoco dejan respirar la zona. La copa de luna u otros productos más respetuosos con la flora vaginal usan materiales que no resecan. Tampoco abuses de las toallitas íntimas. Y, sobre todo, sé crítica con todos esos anuncios que te dicen que la regla es azul, que la menstruación huele a flores y deja de pensar que tu vulva tiene que oler a perfume. Ya lo hemos dicho, pero insistimos. ¡Nuestro olor es natural!

10.    Si cumples los 9 puntos anteriores y realmente estás seguro/a de que no es tu imaginación y que tu olor realmente es muy fuerte… Acude al médico/a. Vigila que tus secreciones no presenten un flujo irregular en cuanto a cantidad y color, que no tengas heridas en los genitales o algún tipo de dolor. En las mujeres puede tratarse de hongos, candidiasis, micosis, vaginosis bacteriana. En los hombres puede deberse a balanitis (o en general cualquier tipo de hongo) o  bromhidrosis (problemas con la transpiración). En muchos casos se podrá solucionar con un fungicida (vía óvulos vaginales en el caso de ellas, cremas en el de ellos). Cuando tenemos parejas sexuales es una cuestión de responsabilidad saberlo, porque podemos contagiarlas. Si se mantienen relaciones sexuales debemos usar métodos anticonceptivos. Pero no cualquiera, sino métodos de barrera (preservativos). En el caso de que existan enfermedades de transmisión sexual o alguna infección, el olor puede ser un síntoma.

 
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