Según la Encuesta nacional de la Dinámica Demográfica (ENADID) de 2018, el 23% de las y los adolescentes en México inician su vida sexual entre los 12 y los 19 años y poco más de la tercera parte no utilizaron ningún anticonceptivo en su primera relación.
Además, México ocupa el primer lugar de la OCDE en embarazos adolescentes que están muy relacionados con situaciones de pobreza, condiciones socioeconómicas precarias y baja escolaridad.
Informes y estudios de diferentes organismos internacionales, como la ONU o la OMS, así como organizaciones mexicanas que luchan por los derechos humanos, confirman que una de las estrategias para revertir esta situación pasa por implementar políticas de de salud pública como la educación sexual integral en la escuela.
Frente a los intentos de desinformación de grupos conservadores y religiosos para restringir la educación sexual integral (ESI) en la escuela, señalamos algunas aclaraciones sobre: Qué es y qué no es la ESI
NO ES. Vulnerar “el supuesto derecho absoluto” de padres y madres a la educación de sus hijos e hijas.
Si ES. Velar por los derechos fundamentales de la infancia (independientemente de sus padres o tutores legales), como es el acceso a la salud (incluyendo la salud sexual y reproductiva), la educación en igualdad o la libertad de expresar su opinión. Recogidos en la Carta de Derechos de la Infancia firmada por México.
NO ES. Incitar a la juventud a mantener relaciones sexuales.
SI ES. Ofrecer información y herramientas para que, cuándo decidan tener sexo, lo hagan desde la responsabilidad y conocimiento de su cuerpo y sus derechos.
NO ES. Intentar convertirles en gays o lesbianas.
SI ES. Enseñar qué es la diversidad sexual y que todas las personas, tengan la orientación que tengan, merecen respeto y reconocimiento.
NO ES. Incitar a la pornografía
SI ES. Hacerles entender que el porno es una ficción, que no representa como son en la vida real las relaciones sexuales.