El tantra es una filosofía Oriental con más de 4.000 años de vida. Como forma holística de entender el mundo, afecta también a la sexualidad. Se basa en cuatro llaves. La primera de ellas, consiste en aceptarse a una/o misma/o y al resto tal y como son. La segunda es estar presente en el momento, con los cinco sentidos. Ambas son esenciales para el sexo, para disfrutar plena y conscientemente del momento sin complejos. La tercera llave de la filosofía tántrica es expresar lo que sientes y piensas. Volvemos al tema de la empatía y la comunicación, la asertividad. Cada cual es responsable de su propio placer, el “egoísmo sano” de saber pedir lo que se quiere en cada momento. O estar tan conectadas/os con nuestro cuerpo que sepamos transmitirlo. Precisamente la cuarta llave sería el movimiento armónico y fluido, el equilibro.
El objetivo del sexo tántrico no es el orgasmo, sino la energía sexual que transmiten los cuerpos, llamada Kundalini. Dicha energía tiene un sentido espiritual sanador, que desbloquea los miedos y las trampas de la mente, limpia los chakras y mejora la sexualidad.
Los chakras son puntos energéticos en el cuerpo que proporcionan energía a determinados órganos. En medicina occidental se corresponderían con las glándulas endocrinas. Existen siete chakras principales, aunque hay más de cien secundarios repartidos por todo el cuerpo. Su bloqueo por motivos físicos u emocionales provoca enfermedades. El tantra mueve la energía de manera que pase por estos puntos y logre desbloquear aquello que nuestro cuerpo y sentidos dormidos estuvieran dañando. Tomamos consciencia de nosotras/os y movilizamos la energía, conectando con el cuerpo, la pareja y el universo. En cualquier caso, si alguien se acerca a esta práctica de una forma más escéptica, siempre puede servir para mejorar la relación con la pareja, la comunicación y probar algo nuevo que rompa la rutina.
La mejor manera de iniciarse en el tantra es liberarse de prejuicios. La sexualidad tántrica se ha puesto de moda, así que existen cursos y escuelas de sexualidad tántrica que pueden buscarse en internet. Allí nos enseñarán esta filosofía, que, como hemos comentado, va más allá de las prácticas sexuales. Si tenemos una mala relación con nosotras/os mismas/os es mejor soltar la ira. Unos ejercicios de relajación y meditación individual nos ayudarán en este proceso. Un baño relajante siempre es una buena idea. Existen masajes de diferentes tipos para irnos acercando al cuerpo de la pareja de forma consciente (en sexología se llama focalización sensorial). Recordemos que el objetivo no es el orgasmo y sólo en algunos casos la penetración. El contacto va aumentando, al principio la conexión puede ser simplemente estar juntos mirándonos, luego pasar juntos al desnudo sin perder de vista nuestros ojos, después simplemente acariciarse, luego incorporar algunas afirmaciones dichas plenas y conscientemente (hay textos y frases específicas para cada chakra) y...
Si queremos “pasar a mayores”, una postura muy conocida es el Yab Yum, la unión de los opuestos, el yin y el yang. Uno de los miembros de la pareja se sienta con la espalda recta y las piernas cruzadas en la postura del loto y la otra persona se coloca encima de él entrelazando las piernas sobre su cadera. Juntan ambas pelvis. Se miran a los ojos fijamente. Primero intentan inhalar y exhalar a la vez. Luego cada uno/a inspira el aire que recibe del otro/a. Es una sincronización del cuerpo y el espíritu. El chakra sacro en las mujeres es muy importante (situado entre el ombligo y la pelvis, la zona del útero, los ovarios, etc.). Es el responsable de la sexualidad. Acariciar delicadamente esa zona mientras se mira a los ojos y se insinúa con erotismo algo al oído hará fluir la conexión. Para el tantra es aconsejable que el hombre no eyacule, que no es lo mismo que no llegar al orgasmo (la energía es “desperdiciada” en el semen). Sabemos que esto es difícil, se trata de una práctica para experimentados, que pueden llegar a parar la eyaculación controlando la respiración. La pareja también puede ayudar tirando suavemente de los testículos, apretando la base del pene con los dedos como si fuese un anillo o dando un suave masaje en la zona del perineo para descongestionar (si por el contrario necesita más placer se puede masajear “el espacio sagrado”, el punto G o “P”, prostático, el ano). No obstante, no hay que obsesionarse con esto. Lo más importante es sentir la conexión con el cuerpo, los sentidos, la energía y la otra persona.