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Mitos y datos sobre el aborto

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Desmontamos los mitos sobre la interrupción del embarazo que siguen presentes en nuestra sociedad

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“El aborto no puede salvar vidas”

En ocasiones, se plantea la disyuntiva de tener que elegir entre la vida del feto en gestación y la mujer. No hay debate sobre que la vida de las mujeres es una vida con derechos humanos, protegida como bien jurídico por todas las legislaciones. Más polémico resulta el concepto de feto, embrión, producto o no nacido, que varía de unas culturas a otras, se recoge o no en las legislaciones de los países y suele ir vinculado a diferentes ideologías y cuestiones morales.

El hecho de que su supervivencia dependa de la madre y que en muchos casos se tenga que elegir entre ambos, ha ocasionado que en la comunidad médica internacional haya cierto acuerdo en aceptar la prescripción de la Organización Mundial de la Salud, que recomienda legalizar el aborto para preservar la vida de la mujer en el caso de que ésta corra peligro. El 94% de los países del mundo permiten el aborto para salvar a la madre. En los países que no detallan las afecciones que consideran graves o peligrosas para la vida, o bien no permiten el aborto, son precisamente los profesionales quienes deben decidir.

“Legislar a favor del aborto promueve su práctica”

La interrupción del embarazo no depende mayoritariamente de que sea legal o no. Por el contrario, si una mujer necesita hacerlo, empleará cualquier modo peligroso para su salud.

Una legislación que permita la interrupción legal del embarazo no va a influir en que una mujer que tenga que tomar esa decisión lo haga o no, simplemente le va a permitir hacerlo en condiciones seguras. Según la OMS, el riesgo de muerte por abortos inseguros en el mundo es de 300 muertes por cada 100.000 procedimientos, de 750 muertes en algunas regiones.

Cada año mueren aproximadamente 70.000 mujeres por abortos inseguros.  El aborto inseguro provoca 47.000 muertes al año en el mundo, 13% muertes maternas. En México, de 1990 a 2012 murieron 2.190 mujeres por esta causa.

Cuando el aborto es ilegal,  el riesgo de muerte y morbilidad es 30 veces superior (Grimes, 2006)  De hecho, la única relación directa que se ha encontrado con el número de abortos es la falta de acceso a métodos anticonceptivos. Se estima que la mitad de los embarazos no deseados en el mundo terminan en aborto.

“Las mujeres que abortan tienen un perfil muy marcado, se arrepienten y presentan traumas psicológicos”

La interrupción del embarazo existe en todos los rincones del mundo y en todo tipo de mujeres, si bien las mujeres de bajo nivel adquisitivo tienen más dificultades donde no se garantiza la cobertura sanitaria. Esto provoca que puedan sufrir mayor peligro y estigma social. Por otro lado, también existen muchos países, como el caso de El Salvador, donde se penaliza el aborto involuntario o espontáneo, con lo cual da igual si esas mujeres querían interrumpir su embarazo o no. Al final se juzga a todas por igual.

Las mujeres que han abortado no presentan traumas psicológicos después. El manual de trastornos y enfermedades mentales, el DSM, no recoge ninguna alteración mental por causa de la interrupción del embarazo. Las investigaciones que se han realizado también son concluyentes: no hay relación directa entre aborto y depresión o ansiedad en mujeres. La sexualidad y las expectativas reproductivas de cada persona son muy diferentes. Hay mujeres para las que tener un hijo/a es muy importante, otras para las que no. Para algunas, sin vinculación moral o religiosa, simplemente se asocia a las molestias de una intervención quirúrgica o farmacológica. La mayoría no lo considera algo deseable, incluso reportan cierto malestar, pero no ha condicionado su vida en el futuro.  De hecho, lo que realmente les hubiera condicionado hubiera sido dejar evolucionar la gestación y dar vida a un ser al que no podían mantener, no deseaban o no estaban preparados para criar.

 
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