Los componentes de las relaciones amorosas son muy variados, pero hay acuerdo en que para que una pareja funcione se necesita comunicación, confianza, respeto e intimidad. Estas palabras pueden no significar lo mismo para cada persona. Por ello vamos a detenernos en profundizar un poco más en cada una de ellas:
1. Comunicación. Hablar de una forma asertiva y empática es fundamental. Por eso es tan importante conservar espacios propios, siempre tendremos más cosas que contarnos. El otro extremo es no tener tiempo para romper la rutina y reservar lugares comunes en los que contarnos nuestros sentimientos. En cualquier pareja surgen conflictos, el factor clave es solucionarlos sin tabúes, sin miedo a expresarle a la otra persona lo que sentimos, sin mensajes de culpa o críticas destructivas. Cada cosa en su momento, sin esperar que un día explotemos porque no hemos ido diciendo cada vez lo que nos hacía daño. Manifestemos nuestros deseos sobre cambios de actitudes concretas. Por ejemplo “me sentiría mejor si limpiaras los platos después de cenar”, no “siempre eres un vago”. Eso sí, nadie cambia a nadie y a largo plazo es decisivo el diseño de un proyecto común. Reservemos tiempo para el ocio conjunto sin descuidar las amistades propias. Recordemos a la otra persona los aspectos positivos que nos gustan de ella. Es cierto que mujeres y hombres (en el caso de relaciones heterosexuales), hemos aprendido una manera de comunicarnos un poco diferente. Pero son aspectos de nuestra socialización de género que pueden mejorarse. Y cada persona tiene su manera de expresar amor. Por cierto, ¡nadie adivina lo que queremos si no se lo decimos!
2. Confianza. Sentir que estamos con alguien en quien se puede confiar es fundamental. Si la confianza en la otra persona se ha visto mermada es mejor que lo hablemos. Así, la pareja debe establecer acuerdos en consonancia con sus valores en torno a lo que entienden por fidelidad. Algunas parejas se sienten traicionadas simplemente porque la otra persona le comente que alguien le parece atractivo/a. Otras, incluso permiten que haya otras parejas sexuales mientras se comente abiertamente. Todo depende de lo que se pacte antes mientras se diga la verdad. Por el contrario, hay quien prefiere no saber nada. Es importante conocer a la persona con quien estés para saber que no es un/a desconocido/a y sentir que puedes pedirle ayuda cuando lo necesites. Va a estar ahí, no te va a fallar.
3. Respeto. En todas las parejas es bueno que haya un punto de admiración. Por supuesto que el atractivo físico es importante, como veremos en el siguiente punto, pero no menos lo es una afinidad personal. Te gusta lo que tu pareja te cuenta, le escuchas, le preguntas, intentas comprender y tener en cuenta sus opiniones y respetarlas aunque no estés de acuerdo. Otros ejemplos de respeto son el reparto de las tareas domésticas o la aceptación de un no en cuanto a iniciar una relación sexual.
4. Intimidad y pasión. La diferencia entre una buena amistad y la pareja/s es precisamente este punto. Hay deseo, aunque pueda variar según cada etapa, ganas de tocarse, besarse, estar a solas, se ve atractiva a la otra persona, huele bien. Por eso hay componente físico y químico en la atracción sexual. Es cierto que con los años la fase de enamoramiento se pasa, pero nos apetece compartir momentos íntimos, personales que no tendríamos con otras personas.
En esta segunda parte, por el contrario, exponemos las 5 claves que nos pueden hacer sospechar que una relación ya no está funcionando bien:
1. Si todo en esa persona te molesta, incluso cuando antes te gustaba. Su aspecto físico te parece descuidado, su olor no te gusta. Su forma de remover el café con la cucharilla, su forma de toser u otras pequeñeces te irritan.
2. Discutís por cualquier cosa. Incluso delante de los demás, os recrimináis cualquier tontería, revivís vuestras discusiones, buscáis que os apoyen en posturas encontradas, os humilláis, atacáis, os avergonzáis del otro. La autoestima te baja por momentos. ¡Respeto!
3. Os gustan otras personas. ¡Ojo! Es normal que nos fijemos en el atractivo de alguna gente, no tenemos una venda puesta. Se trata más bien de cuando nos planteamos incluso ligar con ellas, es algo continuo, nos atraen tanto como para tontear con varias.
4. El sexo es nulo. Es importante recalcar que la sexualidad no es sólo penetración y que cada pareja establece su frecuencia de relaciones sexuales. No hay número un establecido o “normal” de encuentros. El problema viene más cuando hay mucha diferencia entre las demandas y apetencias de ambos y la parte que más quiere se queda muy frustrada si se adapta a un ritmo menor. Cuando hay problemas sexuales, la terapia sexual es la solución.
Si habéis intentado todo, terapias al que uno dejó de ir, pactos, acuerdos o promesas incumplidas, negociaciones frustradas o infidelidades repetidas, es el momento de volar libre. ¿Te reflejas más en los primeros 4 puntos? Si hay amor, hay esperanza
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