Diferentes organismos internacionales destacan la importancia de la educación integral en sexualidad para el desarrollo en de actitudes,
habilidades, conocimientos y herramientas en las personas que les permitan tomar decisiones responsables en relación a su salud sexual y reproductiva.
Según la UNESCO, una buena educación sexual integral debe estar adaptada a todas las etapas de la vida y debe ser impartida cumpliendo unos determinados criterios de calidad, como:
- Que se base en evidencia científica y no en mitos ni creencias religiosas
- Que sea gradual y sus contenidos se adapten a la edad de la persona a la que va dirigida.
- Que sea integral, para ello debe incluir diferentes aspectos. Desde la fisiología y anatomía sexual y reproductiva, el crecimiento, el desarrollo en la pubertad, métodos anticonceptivos, relaciones sexuales seguras y responsables, relaciones afectivas saludables, respetuosas y sanas o la prevención del abuso sexual, el embarazo no deseado, el matrimonio infantil y forzado o la mutilación genial femenina.
En este sentido una buena educación sexual integral ayuda a las personas a:
Tomar decisiones más correctas y responsables, la ESI ayuda a la juventud a entender y adquirir herramientas sobre su sexualidad, aceptarse a sí mismos y a los demás.
Permite desterrar y erradicar todo tipo de mitos y creencias erróneas sobre el, la sexualidad, las relaciones, adquiriendo una actitud de confianza y respeto hacia la diversidad sexual.
Retrasa el inicio de las relaciones sexuales y el conocimiento sobre su cuerpo y su salud sexual facilita que tengan menos conductas de riesgo, lo que incide en una mayor prevención del embarazo no deseado y de contraer infecciones de transmisión sexual.
Hay estudios que señalan que las y los jóvenes que reciben formación en educación sexual retrasan sus primeras relaciones sexuales porque no se dejan influenciar por el grupo y la presión social, tienen más autonomía en la toma de decisiones.
Previene la violencia de género y previene de relaciones abusivas. Recibir educación sexual integral es un recurso contra la violencia de género ya que empodera a las jóvenes y mujeres en general a detectar situaciones abusivas y de violencia a la vez que enseña al hombre a establecer relaciones más igualitarias y sanas.
Se aprende a conocer el propio cuerpo, a disfrutar de la sexualidad desde el placer y la responsabilidad y no desde el peligro, la culpa y la desinformación. Es la mejor manera de romper mitos y tabúes.
